La izquierda en Uruguay mantiene una ligera ventaja en la semana final antes de las elecciones presidenciales: Yamandú Orsi lidera las encuestas frente a Álvaro Delgado

A solo días de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Uruguay, que se celebrará este domingo 24 de noviembre, la izquierda se perfila con una leve ventaja sobre la coalición de derecha. Según las últimas encuestas, Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, lidera la disputa con un margen de entre dos y cuatro puntos sobre Álvaro Delgado, del Partido Nacional, quien representa la coalición gobernante y fue secretario general de la presidencia de Luis Lacalle Pou durante su mandato.

Orsi, quien renunció a la intendencia del Departamento de Canelones para postularse a la presidencia, se ha presentado como el “cambio seguro” en un contexto político que sigue siendo incierto para muchos votantes. En el reciente debate presidencial, Orsi destacó su experiencia y capacidad para liderar en tiempos difíciles, asegurando estar “preparado, probado y humildemente listo para ser ese capitán de barco que pueda navegar en aguas tormentosas”. Por su parte, Delgado, quien se ha presentado como el continuador del legado de Lacalle Pou, reiteró su disposición para gobernar con una visión de unidad. “Quiero ser presidente de todos los uruguayos”, afirmó durante el debate.

El debate, sin embargo, fue criticado ampliamente por su falta de emoción y dinamismo. Los candidatos, aunque enmarcaron sus discursos en temas fundamentales como la estabilidad económica y política, no lograron capturar el entusiasmo de un público que se siente cada vez más distante de los formatos tradicionales de campaña. En las redes sociales, el encuentro fue calificado como “plúmbeo” y carente de los matices que muchos esperaban para una contienda electoral de tal magnitud.

En caso de que Orsi logre la victoria el próximo domingo, el Frente Amplio, que gobernó el país entre 2005 y 2020 con los presidentes Tabaré Vázquez y José Mujica, regresaría al poder. Durante estos años, el Frente Amplio consolidó un sistema de bienestar social que le dio a Uruguay una de las economías más estables de América Latina, aunque también enfrentó críticas por la creciente deuda pública y el desafío de equilibrar el desarrollo económico con la equidad social.

Por otro lado, la Constitución uruguaya permite la reelección presidencial solo con un período intermedio, lo que dejó a Lacalle Pou fuera de la competencia. Aunque mantiene una alta popularidad, su inhabilitación constitucional lo obligó a ceder la candidatura a su más cercano colaborador, Álvaro Delgado. Sin embargo, la falta de carisma y el estilo moderado de Delgado, en comparación con el liderazgo más enfático de Lacalle Pou, ha generado dudas sobre su capacidad para movilizar a los votantes indecisos.

El clima político se intensifica en la semana final antes de la elección, con la izquierda intentando capitalizar su ventaja, mientras que la coalición de derecha busca ganar terreno a través de una campaña más centrada en la estabilidad económica que en el cambio social. La votación del domingo podría determinar si Uruguay continuará con un modelo de gobierno más progresista o si dará un giro hacia la continuidad con el Partido Nacional, bajo la figura de Álvaro Delgado.

La incertidumbre persiste, pero lo que está claro es que las elecciones del 24 de noviembre podrían marcar un hito en la historia política reciente de Uruguay, uno de los países más avanzados de la región en términos de democracia y bienestar social.

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